Una segregación sistémica y creciente delante de nuestros ojos
Se acaba de presentar el segundo estudio sobre la segregación escolar de la Federación de Mujeres Gitanas Kamira (coordinado por pedagogo gitano Fernando Macías)1. Sus datos, no por consabidos, son menos demoledores:
En nuestro país el 60 % de las niñas y niños gitanos están escolarizados en centros guetizados, en los que solo hay alumnado gitano o en los que existe una alta concentración. La segregación escolar no solo persiste, sino que ha crecido en los últimos años. “En España hay un serio problema de segregación escolar étnica, de dimensiones colosales, sistémica e institucional” (Fernando Rey). “España se encuentra entre los países de la Unión Europea con un sistema educativo más segregado” (id.)
En numerosos centros de primaria se sigue sacando a muchos alumn@s gitan@s a apoyos fuera del aula ordinaria, y en muchos casos ya desde los primeros cursos.
Con el eufemismo de “adaptación curricular” a una parte considerable del alumnado gitano se le pide que realice actividades simplificadas distintas del resto de la clase y que le alejan del currículo ordinario.
En muchos centros de secundaria en los últimos años se está poniendo de moda crear un grupo C de Educación Compensatoria en 1º y 2º de ESO, cuyo “alumnado destinatario” es el “perteneciente a minorías étnicas o culturales en situación de desventaja” “en 1º y 2º de ESO” (… ¡En 3º ya no hace falta!).
Vulneración de los derechos constitucionales y de la legislación educativa
La segregación escolar implica una discriminación estructural y una seria violación de los derechos de la infancia. El constitucionalista y exconsejero de Educación de Castilla y León, Fernando Rey (Segregación escolar en España, 2021) se muestra taxativo al respecto: “La segregación escolar supone una violación flagrante del derecho a la educación y del derecho fundamental a no sufrir discriminación del artículo 14 de la Constitución Española”. Además, toda forma de segregación choca frontalmente con las prescripciones de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), que hace de la equidad y la inclusión los principios rectores de la educación en nuestro país (en dicha Ley Orgánica hay un total de 110 referencias entre los términos “inclusión”, “igualdad” y “equidad”).
Una situación tan escandalosa como silenciada
La segregación es una verdad sangrante e incómoda… pero invisibilizada y aceptada de un modo acrítico y tácito. “Parece que todo el mundo está contento. […] Estamos en una especie de ficción, como que aquí no pasa nada y, sin embargo, es un desastre” (Fernando Rey).
Consecuencias devastadoras
Durante siglos y hasta bien entrado el siglo XIX en medicina se utilizaron las sangrías como remedio terapéutico y hasta con fines preventivos, basándose en presupuestos erróneos y por el mero peso de la inercia, a pesar no solo de su ineficacia, sino de sus efectos perversos sobre la salud. Pues bien, la segregación escolar (con independencia del compromiso y la calidad del profesorado de apoyo y de los centros guetos, que es algo que no se cuestiona en este estudio, pues el yerro no estriba en los que aplican esta terapéutica, sino en la propia “pedagogía terapéutica” refrendada por la institución) va en contra de las evidencias científicas y tiende a generar unas consecuencias desastrosas:
1) Obstaculiza la convivencia interétnica y la inclusión social y provoca una ausencia (o menoscabo) del conocimiento mutuo. Constituye una merma de socialización democrática para el alumnado gitano y también para el resto. Proyecta una imagen negativa del alumnado separado y segregado. Una escuela o un aula segregadas echan sus raíces en una sociedad segregada y, a su vez, configuran y refuerzan una sociedad segregada, que perpetúa la discriminación racial y alimenta la discriminación y la persistencia de la estigmatización de la población gitana, así como los mutuos prejuicios y estereotipos.
2) Daña la autoestima académica. La segregación entraña una profecía negativa (se te pone aparte porque tu lugar no es el de los demás), que se cumple a sí misma (en la inmensa mayoría de los casos el alumno que es objeto de segregación ya no abandona el carril de la enseñanza segregada en toda su escolaridad). Las bajas expectativas de los distintos agentes educativos sobre los aprendices se convierten en pronóstico de fracaso, que tiende a cumplirse (algo ya sabido al menos desde R. Rosenthal y L. Jacobson (1968), si bien, a mi juicio, no se ha llamado la atención lo suficiente sobre el sesgo racialista de muchas de las profecías negativas del ámbito educativo). La segregación escolar implica un señalamiento y un mensaje implícito de menos valía, una pérdida de referentes pro-académicos y en la mayor parte de las ocasiones un currículo empobrecido. Todo ello redunda en un descenso de las expectativas académicas hacia el alumnado separado y en una merma de las aspiraciones escolares de su familia y de su implicación. Como señala Fernando Macías, “¿Estaríamos a gusto en una escuela donde no se nos trate igual? Si una persona no aprende en el aula, es normal que no se implique”.
3) Comporta pérdida de oportunidades de aprendizaje. Con la distancia física y curricular y sus efectos de merma aspiracional y de autoestima, se resiente la vinculación social y académica del alumnado separado y, en consecuencia, tiende a descender su rendimiento y a instalarse un retraso escolar creciente y acumulativo, con el consiguiente fracaso escolar… ante el que, con harta frecuencia, se remite a nuevas segregaciones, que contribuyen a ahondar aún más la distancia curricular y la desmotivación… y cuya única salida suelen ser los itinerarios escolares “básicos” y terminales y, finalmente, el abandono escolar precoz, vivido como liberación de una situación frustrante. “¿Para qué voy a seguir estudiando si lo que hago es desaprender?”, “Suspendo hasta el recreo”, “Me pusieron en un grupo de compensatoria con inmigrantes que no sabían español… que yo me decía: ‘¿Qué hago yo aquí?’” son comentarios que me han realizado adolescentes gitanos.
4) Las prácticas diferenciadoras favorecen la aparición de actitudes y conductas reactivas. Las separaciones de sus hijos e hijas del resto del alumnado tienden a alimentar en las familias la desconfianza en las instituciones sociales y educativas y el pesimismo ante la estructura de oportunidades y ante las posibilidades de la escuela como factor de promoción social. La segregación escolar dificulta el ver el centro escolar de manera cercana y útil para mejorar las opciones vitales de sus menores y lleva a percibirlo de manera ajena y en ocasiones hostil. Se va generando así en las familias un sentimiento de “indefensión aprendida” (Martin Seligman) y un círculo vicioso de desaliento, que puede dar lugar a actitudes reactivas y defensivas: la poca implicación es una manera de protestar ante la percepción de mala acogida y escasos resultados académicos de sus hijos e hijas. La falta de seguimiento de las prescripciones escolares y el absentismo se configuran así en manifestaciones de su descontento y se tornan reacciones circulares, en cuanto que remiten a un malestar ante la situación escolar, pero cuyo efecto es reducir los logros y la conexión académica de sus hijos e hijas y, en consecuencia, van a aumentar dicho malestar.
A su vez, “el estereotipo, el conflicto y la desconfianza pueden impulsar a las escuelas a adoptar posturas defensivas ante este alumnado, en forma de evitación, control, segregación, paternalismo y sanciones disciplinarias. […] Las consecuencias de todo ellos son: deficiente comunicación entre maestros y padres y entre maestros y alumnos, reproches mutuos, culpabilización del alumno…” (John Ogbu).
Por otra parte, esta desconfianza mutua y estas profecías negativas y los malos resultados consiguientes alimentan un efecto dominó negativo de adolescentes que no estudian, al carecer de referentes de éxitos académicos en su medio.
Como fruto de todo ello, se va generando una progresiva desvinculación escolar del alumnado gitano, que llega a interiorizar: “Yo no sirvo para estudiante”, “Aquí no pinto nada, el colegio/instituto no está hecho para mí, esto es un rollo, no me aceptan”, “Nosotros no podemos estudiar como los payos”. Y, finalmente, la salida no es otra que el abandono escolar precoz y un repliegue en el marco de referencia del propio grupo de un modo exclusivo (cumpliéndose así la profecía y el círculo vicioso de la exclusión).
5) Las prácticas diferenciadoras tienden a generar desigualdad educativa y lastran el futuro de las niñas y niños gitanos. “La repetición y la segregación no solo son ineficaces para ayudar al alumnado con bajo rendimiento a superar sus dificultades en la escuela, sino que contribuyen a reforzar las desigualdades socioeconómicas” (OCDE, 2014). Existe una retroalimentación entre segregación escolar y marginación: el apartarlos físicamente en la institución escolar (al considerarlos menos preparados académicamente debido a sus condiciones socioeconómicas desfavorecidas) contribuye a cronificar la brecha educativa y la desigualdad con respecto a la sociedad mayoritaria. La separación de escolares por motivos étnicos y socio-económicos hace muy improbable la consecución de titulaciones académicas y, en consecuencia, agrava las situaciones de discriminación y va a mermar las oportunidades laborales y la reducción de opciones vitales del alumnado proveniente de minorías étnicas. Los matrimonios tempranos, los trabajos etnificados y precarios y la reclusión en el propio grupo se constituyen así en las únicas salidas viables para estos chavales. Los resultados de esta dinámica circular son la perpetuación de la discriminación racial durante generaciones y la transmisión intergeneracional de la pobreza.
¿En qué se funda la segregación? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
La magnitud y las consecuencias de la segregación escolar nos deben interpelar y hacernos preguntar cómo hemos llegado a esta situación, qué factores y dinámicas están incidiendo. La segregación escolar constituye una realidad compleja, un entramado que se nutre de diversos factores relacionados entre sí:
1) El principal factor incidente en la segregación es de tipo ideológico, de conceptualización. La segregación nos remite a unos presupuestos sociales y pedagógicos de subestimación, de poca valoración de las posibilidades académicas de las familias y del alumnado gitano. Consciente o inconscientemente, se parte de la premisa o pre-supuesto de considerar que las y los alumnos gitanos van a presentar mayores dificultades para el aprendizaje y son especialmente problemáticos, menos capaces y trabajadores y menos convenientes para los demás y que sus familias no valoran suficientemente la educación de sus hijos e hijas. Por escandaloso que nos pueda parecer, esa escasa consideración del alumnado gitano y de sus familias es una consecuencia del antigitanismo, echa sus raíces en una estigmatización del Pueblo Gitano (a partir de una generalización o estereotipo negativo o prejuicio ligado a un grupo que se aplica a todos los miembros del mismo por el mero hecho de ser gitanos). La estereotipia presente en la sociedad (y que conceptualiza al pueblo gitano como ignorantes, atrasados mentirosos, sucios, ladrones, machistas, parásitos y asalvajados y que educan mal a sus hijos) puede colarse también en el sistema educativo en forma de una mirada desvalorizante y de inferiorización sobre el alumnado gitano y sus familias, en unas bajas expectativas sobre ellos.
2) Una raíz histórica. Como señala el historiador David Martín (2018), “una historia de persecución deja en el presente un poso de desigualdad y de estereotipia”. En cualquier grupo humano que ha sufrido una historia de exclusión existe el riesgo de que sus miembros en el presente sufran, en alguna medida, prejuicios hacia ellos y una situación de menores oportunidades vitales. La discriminación y el antigitanismo y la segregación étnica tienen una raíz histórica. Una discriminación a nivel legal ahora se ha reconvertido en una afirmación retórica de la igualdad, pero con mecanismos muy discriminadores, aunque más sutiles e indirectos que en épocas pasadas.
3) La estratificación social y el doble discurso social y educativo. El sistema social en el que nos hallamos es bifronte, en cuanto que se apoya en dos principios antagónicos: se rige por los valores democráticos, pero existe una clara jerarquización socio-económica, con la consiguiente marginación de muchas personas. Este marco de competencia y de riesgo de exclusión comporta tensiones sociales y actitudes defensivas, que se trasladan también al sistema educativo, en el que a menudo se genera una escisión entre: a) las bellas declaraciones democráticas y de inclusión y equidad plasmadas en sus documentos y b) la exclusión persistente en la práctica del alumnado perteneciente a los grupos sociales que soportan una mayor marginación social y una estereotipia infamante.
El objetivo de la educación es el desarrollo pleno de la personalidad en igualdad de oportunidades para toda la población. Pero los recelos clasistas, de aporofobia y antigitanismo llevan a muchas familias de los grupos sociales mayoritarios a alejarse de los centros donde hay un grupo apreciable de alumnado de minorías étnicas (“la fuga de los blancos”, que se ha llamado en EE. UU.)
Joan Girona (que fue director de Educación Compensatoria del Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya) comenta en su libro “Vaig començar a anar a l’escola als sis anys. Memòries d’un mestre” que cuando planteó a los responsables educativos del Gobierno de Convergencia Democrática la necesidad de poner remedio a la guetización de los colegios donde había alumnado gitano, le respondieron: “Seguramente tienes razón, Joan, pero a nuestros electores no les gustaría [acabar con la segregación]. Pienso que nunca lo haremos.” Y cuando, años después, se lo demandó a los responsables del Departamento de Enseñanza del tripartito de izquierdas, le dieron una respuesta similar.
4) La segregación urbanística condiciona la segregación escolar, si bien ésta supera a aquella. La estratificación económica, la discriminación racial y la especulación urbanística han sido los resortes para la configuración de barrios segregados en nuestras ciudades. Y los barrios segregados distancian físicamente a los distintos grupos sociales y laminan la posibilidad de convivencia interétnica y de conocimiento mutuo. Por eso, la segregación urbanística favorece la creación de colegios segregados; pero, aun así, la segregación escolar es mayor que la urbanística: existe una sobrerrepresentación del alumnado gitano en algunos colegios de cada barrio, de los cuales han ido huyendo el resto de la población.
5) La doble red de centros existente en España, que es usada como vehiculación de la división de clases sociales y no favorece la inclusión escolar y la convivencia interétnica. Prueba de ello es que el porcentaje de alumnado gitano escolarizado en centros concertados es notablemente inferior que al escolarizado en centros de titularidad pública y, en sentido contrario, el porcentaje de alumnado con familias con rentas altas es netamente superior en los centros privados o concertados en todas las etapas educativas.
6) Falta de formación del profesorado en educación intercultural y en pedagogías inclusivas y de éxito para todo el alumnado.
7) En muchos centros se ha consolidado una tradición de usar al profesorado de apoyo, de Educación Compensatoria y del Departamento de Orientación para articular la segregación intraescolar: Con una retórica de “adaptación a sus necesidades” y de medidas educativas para “el alumnado de minorías étnicas y culturales en situación de desventaja” en muchos centros educativos se están utilizando a estos profesionales con un enfoque segregador de la atención a la diversidad, para realizar apoyos fuera del aula ordinaria y para constituir aulas “C” de alumnado gitano, separadas de las clases ordinarias. Y a este profesorado se le hace muy difícil el revertir esta dinámica segregadora, que constituye una perversión del fin para el que fueron creados estos servicios, que fue precisamente para hacer posible la integración escolar de todo el alumnado y la comprensividad o el estudio de todo el alumnado en un tronco único de enseñanza.
8) Muchas familias gitanas se hallan en una situación de encrucijada. Aspiran a un futuro mejor para sus hijos e hijas y les encantaría que siguieran estudiando; pero, dadas sus condiciones socio-económicas y de falta de tradición académica en su medio social y, sobre todo, debido a la estigmatización social y a la segregación de que son objeto y al constatar la escasez de resultados académicos obtenidos por sus críos, lo ven improbable. Un padre gitano, refiriéndose a sus expectativas escolares sobre sus hijos, me comentó: “A mí me gustaría que mi hijo estudiara Derecho… y, si no, torcido.”
A su vez, estas dudas y desalientos tienden a juzgarse por parte de las familias de los grupos sociales mayoritarios y del profesorado como una prueba de la falta de compromiso de las familias gitanas ante la educación y sirven para “justificar” las medidas segregadoras en el ámbito escolar. De modo que los mecanismos segregadores echan sus raíces en una infravalorización de la capacidad académica del alumnado gitano y, a su vez, la percepción de racismo y discriminación escolares tienden a generar en las familias gitanas una merma en su nivel aspiracional académico para sus hijos e hijas; con lo cual, existe el riesgo de que se retroalimenten las mutuas suspicacias de los distintos agentes educativos y de que el alumnado gitano reciba mensajes de “doble vínculo” o cargados de ambigüedad por parte de cada uno de ellos (que vienen a decirle: “Estudia, pero con todos”, “Estudia, pero no llegarás muy lejos”), auténticas profecías negativas, que constituyen la más insana de las condiciones para el aprendizaje (al poner en cuestión la valía del estudiante)… y ante la creciente desvinculación y retraso académico que esto va a ir provocando en buena parte de este alumnado, las medidas segregadoras y separadoras del resto del alumnado acabarán “confirmando” que –a pesar de todos los intentos realizados por la institución escolar…– poco más se ha podido hacer.
Las necesarias alternativas
La segregación constituye una forma de discriminación estructural y comporta una grave injusticia para la infancia gitana. Este panorama tan desolador nos debe interpelar a todos los que tenemos alguna responsabilidad al respecto. “La inclusión es la piedra de toque del cumplimiento constitucional del derecho a la educación para todos y del derecho a la igualdad de todos sin discriminación de tipo alguno” (Fernando Rey). Por consiguiente, urge que todos los agentes políticos, sociales y educativos hagamos todo lo posible para su erradicación. Se precisan cambios a todos los niveles:
1. A nivel “macro”, estructural y de políticas educativas:
1.1. Políticas sociales que prioricen la igualdad de oportunidades.
1.1.1. Que las decisiones políticas en todos los ámbitos se rijan por el criterio de potenciar la equidad.
1.1.2. Fomentar el acceso a la vivienda, como factor de inclusión social.
1.1.3. Poner todos los medios para llevar a efecto la Estrategia Nacional para la Igualdad, Inclusión y Participación de la Población Gitana 2021-2030.
1.2. Políticas educativas que prioricen la equidad y la inclusión en educación
1.2.1. Estrategia global para hacer frente a la segregación escolar. No permitir la segregación ni inter-centros ni intra-centro. Es inadmisible la pasividad por parte de las Administraciones para afrontar este fenómeno.
1.2.2. Potenciar la educación pública, como factor de igualdad. Comprometer a la concertada.
1.2.3. Formación-investigación-acción del profesorado para revertir la desigualdad de oportunidades. Programar formación del profesorado sobre pedagogía inclusiva, historia y cultura del Pueblo Gitano, educación intercultural y crítica al antigitanismo.
1.2.4. Presupuestos suficientes. Más profesorado para hacer posibles ratios más bajas, desdobles y apoyos dentro de las clases. Descenso de la ratio.
1.2.5. Es urgente que las Administraciones educativas realicen un replanteamiento de la Educación Compensatoria, del profesorado de apoyo y de los departamentos de Orientación, para que sirvan realmente a la inclusión y equidad de todo el alumnado, fin para el que han sido creados.
1.2.6. Plazas suficientes de educación infantil 0-3 años. Hay que mimar la educación infantil y hacer todo lo posible para que reciban la mejor de las atenciones en esta etapa inicial.
1.2.7. Política amplia y eficaz de becas y ayudas al estudio.
1.2.8. Programas de estudio extraescolar asistido y de seguimiento.
1.2.9. Potenciar el asociacionismo, los educadores de calle y los promotores escolares, así como el trabajo en red y la cooperación entre centros escolares y socio-comunitarios.
1.2.10. Potenciar la educación de las personas adultas.
1.2.11. Implementar mecanismos para que el inglés y la informática no sean una barrera para los sectores sociales más desfavorecidos.
2. A nivel “meso” o intermedio:
2.1. AMPA, Sindicatos, ONG y Facultades de Educación, comprometidos con la inclusión.
2.2. Congregaciones religiosas y centros concertados, comprometidos con la inclusión. El acabar con la segregación es un imperativo ético, constitucional y de cumplimiento de la legalidad educativa y, por consiguiente, nos concierne a toda la red de centros educativos. Por si lo anterior fuera poco, pienso que además en los centros religiosos existe un deber de fidelidad a sus principios fundacionales, que fueron los de atender a la población infantil más desfavorecida. Como señala el teólogo José Arregui, una iglesia que no haga el eje de su razón de ser la lucha por la igualdad y “el caminar juntos” “es hueca”, “sin alma ni vida”.
3. A nivel “micro” o relacional:
3.1. Familias de la sociedad mayoritaria
3.1.1. Apostar por centros interculturales y convivenciales.
3.1.2. Educar a nuestr@s hij@s en la convivencia y en el rechazo a los prejuicios y estereotipos.
3.2. Profesorado y centros educativos. Compromiso con una educación inclusiva e intercultural y con generar alta autoestima en el alumnado gitano:
3.2.1. Erradicar las clases y los apoyos segregados y las medidas segregacionistas:
No separar al alumnado gitano en clases aparte o con apoyos segregados. En su lugar, utilizar al profesorado de apoyo para realizar desdobles heterogéneos y docencia compartida.
Buscar alternativas a la no promoción de curso. En la actualidad al 60 % del alumnado gitano se le está haciendo repetir uno o varios cursos (Fundación Secretariado Gitano, 2023), a pesar de que ser una medida que se sabe no solo altamente ineficaz, sino contraproducente.
Buscar alternativas a las expulsiones. Sanciones de tipo reparador y de servicios a la comunidad. Modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos.
3.2.2. Hacer todo lo posible para que cada alumna y alumno gitano perciba cotidianamente logros académicos y se sienta vinculado social y académicamente:
Trabajo cooperativo en las aulas y aprendizaje dialógico.
Refuerzo positivo abundante, que los anime a sentirse competentes y a seguir logrando avances.
Potenciar la acción tutorial.
Propiciar un aprendizaje significativo y un sistema de evaluación continua, formativa y valorizante, el buen clima de centro y aula y la relación afectuosa. Afecto unido a exigencia. Todo aprendizaje es una construcción personal que se realiza en un contexto interpersonal (relacional, comunicativo, socio-emocional), y de ahí la importancia de la afectividad y de la socialización en los procesos de aprendizaje.
Inclusión de la historia y cultura del pueblo gitano y de la educación frente al antigitanismo y contra las discriminaciones, prejuicios y estereotipos.
Extensión del tiempo de aprendizaje y de convivencia interétnica.
Propiciar la vinculación con las familias y su participación y colaboración con el centro.
Formación y coordinación del equipo docente y con otro profesorado y profesionales que trabajan con este objetivo. Como nos enfrentamos a una tarea compleja y muy importante, es deseable que nuestro empeño en dar la mejor respuesta educativa a nuestro alumnado en situación más vulnerable sea una labor compartida, en equipo, en red con otros compañer@s del centro y de otros centros en situación similar (incluso constituirnos en un seminario de formación permanente, de formación-investigación-acción).
Combatir la brecha digital y de lengua extranjera.
3.3. Familias gitanas. La implicación de las familias no es una variable independiente, tal como venimos señalando. Y la segregación escolar nunca está justificada. Pero es indudable que la actitud pro-académica de las familias es determinante para la continuidad escolar de sus hijos e hijas y que hace más improbable la aparición de “posturas defensivas” y segregadoras por parte de la institución escolar. Por ello, aunque no sean las responsables de la segregación –sino las víctimas de la misma, junto con sus hijos– en muchas ocasiones también pueden tomar parte en la desaparición de ésta. Por tal motivo, me ha parecido oportuno incluir aquí también el papel que pueden jugar las familias gitanas en la lucha contra la segregación escolar. Y el estudio reseñado también señala la necesidad de involucrar a las familias gitanas. Algunos aspectos que considero importantes para impulsar la vinculación escolar de sus hijos e hijas y que pongo a su consideración son:
3.3.1. Valorarse, situarse en una posición de poder respecto al futuro de sus hij@s. Luchar por alcanzar los sueños y por que las dificultades y situaciones de inequidad no lleven a una indefensión aprendida.
3.3.2. Valorar a sus hijos e hijas como estudiantes, tener altas expectativas escolares sobre ellos y ellas y hacer todo lo posible para que cotidianamente obtengan logros académicos y se sientan vinculados escolarmente.
Interesarnos por lo que hace en el colegio y mirar sus tareas.
Ayudarles a que vean el centro escolar de un modo gratificante. Valorar su esfuerzo y felicitarles por sus progresos y potenciar así su autoestima académica.
Hacerles ver que si se esfuerzan van a superar las dificultades. Alentarles a que no se desanimen nunca.
3.3.3. Valorar y colaborar con el colegio y los profesores
Valorar los estudios y sentirnos comprometidos en la de nuestr@s hij@s, “adueñarnos” de la escuela (vivirla como nuestra).
Tener una actitud colaboradora con el profesor-tutor/a.
Participar activamente en la vida del colegio e IES.
Llevar el material escolar desde el primer día.
Valorar el apoyo extraescolar.
3.3.4. Potenciar la socialización y la convivencia interétnica de sus hij@s>
Alentar el que tenga relaciones de amistad con todos los compañeros.
Desarrollar habilidades sociales, que curtan frente a posibles “puntadas” de descalificación o crítica tanto por parte de los compañeros no gitanos como del grupo de iguales gitanos que no quieren seguir estudiando.
Valorar las actividades grupales del centro escolar (deportes, extraescolares, excursiones…)
Enseñar al niñ@ a comprender lo que ve, piensa y siente la otra persona.
3.3.5. Que el afecto se complemente con la exigencia
No permitir que el niño o niña falte al colegio o IES.
Que desde pequeñ@ se acostumbre a ser exigente consigo mismo y responsable.
Tener perseverancia y no desanimarse ante los problemas.
3.3.6. Proporcionarles a sus hijos/as condiciones favorables para el estudio
Intentar que nuestro hij@ tenga un lugar tranquilo para estudiar y ayudarle a que adquiera el hábito de estudiar todos los días.
Buscar el modo de que alguien le ayude a estudiar (PROA, asociación, centro social).
3.3.7. Que forme parte de un grupo de gitanos que siguen estudiando
Protegerle frente a las posibles presiones para que deje de estudiar.
Propiciar el que exista un grupo de adolescentes gitan@s que continúa estudiando.
Ponerle modelos de personas que estudian o han estudiado.
3.3.8. Manifestar a la institución escolar su desacuerdo con las medidas segregadoras. No resignarse a la segregación escolar de sus hijos e hijas. El mantener una actitud pro-académica y de colaboración con el centro educativo no está reñido, sino todo lo contrario, con hacer llegar a los responsables educativos del centro y de la Administración educativa su desacuerdo ante cualquier tipo de segregación.
3.4. El papel de las asociaciones gitanas y de los profesionales gitanos
Apoyo emocional. Ayudar a las familias y al alumnado gitano a empoderarse, a luchar por los sueños, a que las dificultades y situaciones de inequidad no lleven a una indefensión aprendida y no desalienten su continuidad escolar.
Apoyo académico extraescolar y alternativas de tiempo libre complementarias y enriquecedoras.
Servir de referentes en la posibilidad de una identidad múltiple, pluricultural, aditiva.
Propiciar el que exista un grupo de adolescentes gitan@s que continúa estudiando.
Coordinación con los centros educativos y apoyo a éstos para la inclusión de la historia y cultura del Pueblo Gitano en el currículo.
Actitud crítica ante cualquier forma de segregación escolar. Toda denuncia es un anuncio de una nueva realidad más justa.
Es un deber de las Administraciones educativas asegurar la equidad y la inclusión. Y los distintos agentes educativos también tenemos que poner todo lo que esté a nuestro alcance para hacer realidad esta aspiración.
Quiero terminar con una llamada a la esperanza, apelando a la imagen de un recuerdo: os pido que penséis en esos días en los que aprendisteis a andar en bici o a nadar y qué es lo que os ayudó a ello. Porque mantenerse sobre la bici o sobre el agua son aprendizajes con su carga de ansiedad… Pues bien, cuando realizo esa pregunta las respuestas suelen hacer referencia a dos elementos facilitadores de dichos aprendizajes: conté con el apoyo emocional de un familiar o monitor y conté con apoyo de tipo didáctico (me fueron poniendo en situaciones de aprendizaje que me ayudaron a vencer mis temores y a lograr esa competencia). Y no es extraño, porque esos son los dos pilares fundamentales, e íntimamente unidos, de cualquier acción educativa. Del mismo modo, tanto las medidas adoptadas por las administraciones como las familias, los centros educativos y profesorado y el tejido asociativo podemos ser ese aliento y apoyo emocional y didáctico para que todos nuestros menores (y especialmente, si cabe, aquellos que hasta ahora han terminado “descartados”) desarrollen sus competencias y aspiraciones, el andamiaje en la construcción de sus aprendizajes (Jerome Bruner), “luz en el túnel en el que se encuentran” (Rocío Díaz), referente que guía en su encrucijada, pasarelas y piedras para que “sepan abrirse paso entre los torrentes” (Boris Cyrulnik), “ese disparadero del talento que es la confianza” (Jorge Valdano). Autoestima que no se genera aislando, separando y segregando, sino desde la fe en el aprendiz en situaciones inclusivas y gratificantes. Porque “el que confíen en ti, te obliga” (José Heredia Maya).
Puedes ver el artículo original en: https://eldiariodelaeducacion.com/2024/07/22/ah-pero-existe-segregacion-en-nuestros-centros-educativos/"}"
Por José Eugenio Abajo
Investigador y miembro de la Asociación de Enseñantes con Gitanos, de la Asociación Nacional Presencia Gitana y componente del Grupo de Educación del Consejo Estatal del Pueblo Gitano en calidad de experto. Miembro de la Asamblea de IU Aranda de Duero